COMPONIENDO LA FALTA DE ÉTICA CON PARCHES.

Cuando como humanidad tuvimos conciencia de que algo andaba mal en nuestras sociedades, después hacerse evidentes grandes fraudes en las empresas y los gobiernos, de ver que son comunes los actos deshonestos, surgió entonces la necesidad de agregar a los programas académicos, la clase de ética.

Hace algunos años, un amigo, director de una conocida escuela superior de agronomía, me presumió que ya habían agregado a la carga académica la clase de Ética.

No pude quedarme callado y le comenté que esos temas no eran asignaturas en sí mismas.

La ética se aprende en la vida diaria y una escuela que busca que sus estudiantes se comporten de acuerdo a un código ético debe actuar de ese modo:

  • Una escuela ética:
    • Debe eliminar la función de limpieza en manos de intendentes. No es humano que muchos se desentiendan de algo tan simple como es poner la basura en su lugar, porque saben que su indolencia no traerá consecuencias, porque en pocos minutos alguien más llegará a levantar esa basura y el lugar lucirá nuevamente limpio.
    • Debe implementar controles que prevengan el tráfico de influencias y trato desigual a los alumnos.
    • Debe implementar controles que controlen la corrupción entre alumnos y maestros.
    • Debe estar involucrada en resolver problemas de la comunidad, a través de alumnos, maestros y empleados de la institución.

Formar en valores a los alumnos requiere no de incrementar la carga académica, sino de una reflexión a fondo por parte de la institución para cambiar su enfoque hacia las mejores prácticas.

Componiendo la falta de enfoque medioambiental con parches.

Cuando como humanidad vemos como el tiempo apremia en cuanto a nuestra propia destrucción, recurrimos a diferentes enfoques para aportar nuestra pequeña contribución a solucionar el problema.

En una ocasión, una directora de una escuela primaria me comentó que la clase de Ecología era prioritaria en su plantel.

No pude quedarme callado y le comenté que esos temas no eran asignaturas en sí mismas.

El respeto por la naturaleza nace del conocimiento práctico de las Ciencias Naturales. Cuando dejemos de memorizar nombres difíciles de pronunciar y en vez de ellos entendamos las relaciones y la manera como nos complementamos unas especies con otras, desde los organismos unicelulares hasta los seres más complejos, desde las necesidades de unos y las capacidades de otros, desde lo que compone el orden natural y lo que lo rompe.

Ya es parte de nuestros paisajes mexicanos encontrarlos invadidos por basura. Nos llega a causar mayor asco las heces que una vaca dejó en el prado que una botella de PET abandonada por un irresponsable. La botella de PET no aportará nada positivo al entorno, el estiércol de la vaca agregará fertilidad al suelo. Las fallas en la clases de Ciencias Naturales no se compensan con clases adicionales de Ecología, como que esta es una ciencia separada de la biósfera.

El respeto al medio ambiente se aprende en la vida diaria y una escuela que busca que sus estudiantes se comporten de acuerdo a un código ambiental, debe actuar de ese modo:

  • Debe eliminar la función de limpieza en manos de intendentes. La institución debe estar limpia como consecuencia del correcto comportamiento de quienes allí conviven, no por el eficiente trabajo de los intendentes.
  • Debe educar a sus alumnos para que sean capaces de producir su propio alimento.
  • Debe regir sus compras y sus operaciones por los principios de Reducir, Reutilizar y Reciclar.
  • Debe promover con los alumnos, facilitarles e incentivarlos a actuar de acuerdo a la filosofía de Reducir, Reutilizar y Reciclar.
  • Debe prohibir el uso de productos desechables para despachar alimentos.
  • Deben eliminar al máximo los empaques en los productos que ellos entregan.


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